Los desafíos de las cooperativas y la economía popular

Aportes para diseñar el rol del movimiento sindical. Por Julio Piumato, secretario general de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación ( UEJN) y secretario de Derechos Humanos de la Confederacion General del Trabajo.

No es ninguna novedad que la economía popular es un fenómeno complejo. Y que existen miradas diversas. Afirmamos que, como movimiento obrero organizado, no podemos permitir que a los trabajadores de la economía popular se los pretenda ocultar o tirar por la ventana. Está claro, pero vale recordarlo, que uno de los factores determinantes del crecimiento de la economía popular son las altas tasas de desempleo y exclusión:consecuencia de un sistema injusto, impulsado por la dictadura del mercado, que solo reconoce al Dios dinero, sobre todo tras la caída de los llamados Estados de Bienestar.

No se trata solo de un problema argentino: el mundo tiende a la concentración económica, la élite financiera, las guaridas del lavado, el dinero no productivo que controlan los grandes medios de comunicación, que provoca guerras e intervenciones en países periféricos, destruye el trabajo y amenaza nuestra única Casa Común.

Tampoco debemos creer que la economía popular es nueva. Sí quizás su denominación. Desde hace casi 50 años, se instaló el concepto de Sector Informal, para referirse a formas de trabajo cuentapropista de bajos ingresos. La OIT también ha ubicado en el conjunto de la informalidad a la Economía Social y Solidaria no registrada. En paralelo, el movimiento cooperativo nacido en Europa a finales del siglo XIX, ha promovido esta forma legítima de creación de trabajo por fuera de las empresas basadas en trabajo asalariado; que constituye una herramienta más de los trabajadores en defensa de sus puestos laborales, siempre en pos de la organización para el bien común.

Ya el Presidente Perón las revindicaba: “…Nosotros tenemos un profundo sentido cooperativista. Porque la cooperativa hace, en la esfera de la acción que le es propia, lo que nosotros tratamos de hacer en toda la Nación. Cuando una cantidad de personas se unen y fundan una cooperativa, luchan todos para que triunfe esa pequeña entidad cooperativa, porque saben que triunfando cada uno va también con una pequeña parte en los beneficios económicos y de todo orden que la misma produce. La cooperativa es en pequeño lo que el Estado Justicialista piensa y quiere hacer en conjunto…” (Discurso del General Perón en la ceremonia de clausura del primer congreso de cooperativas de trabajo, 1954)

Necesitamos, entonces, mirar en detalle los distintos actores y sectores de la economía popular:

Por un lado, la organización comunitaria para la alimentación: comedores y merenderos. Es un universo que incluye 700 mil hombres y mujeres (sobre todo ellas) que alimentan 2 millones de personas. Reconocidos desde años por el Estado Nacional, provincial y municipal.

Por otro lado, el cuidado de los niños, que son los jardines comunitarios, también en la parte educativa: bachilleratos populares, inclusive secundarios y terciarios.

También se encuentran los trabajadores por cuenta propia en la vía publica y ferias, recicladores y microemprendimientos personales o familiares.

Las cooperativas

Cuando nos referimos al mundo cooperativo, incluimos experiencias que alcanzan aquellas de mayor volumen, en cuanto a la cantidad de trabajadores y niveles de producción. En este último rubro, podemos incluir desde un frigorífico con 500 trabajadores, hasta una fábrica textil recuperada que, después de su quiebra, se organiza como cooperativa textil que provee a grandes marcas, con venta en los grandes shoppings o un emprendimiento textil en una casa.

En las cooperativas nadie “se inventa su propio trabajo”. ¿O acaso el costurero de una cooperativa se inventa el trabajo? ¿El carpintero? ¿El metalúrgico? ¿El gráfico?¿los gastronómicos? Las cooperativas trabajan para empresas privadas o para el Estado, salvo algunas excepciones.

Las textiles, las gráficas, las carpinterías, las gastronómicas, la construcción, los metalúrgicos, etc., son un eslabón de alguna cadena de producción, donde existe un patrón que terceriza imponiendo el precio (a veces es el propio Estado comprando más barato).Las patronales que no quieren pagar vacaciones, la cuota sindical, la obra social, ART, ni indemnizaciones, encontraron en la tercerización una herramienta ideal: contratan cooperativas; algunas genuinas y otras armadas por las mismas patronales que las van a “contratar”.

En este marco, se profundiza un fenómeno que viene de décadas, y es el de las cooperativas “truchas”. Durante el último periodo del gobierno de Mauricio Macri, muchas empresas que querían cerrar sus empresas, les proponían a los trabajadores hacer una cooperativa. Muy diferente al contexto de las quiebras de fábricas del 2001, donde los trabajadores vivían un infierno en defensa de sus trabajos para llegar a lo mismo que hoy les proponen sus propios empleadores. Obviamente que los empresarios retienen el control de todo el proceso, sacándose de encima las obligaciones frente al trabajador.

Es así que nos encontramos con cooperativas donde los trabajadores solo tienen un derecho: el de trabajar.

Ya no tienen, salvo internamente, dónde o con quién discutir las condiciones laborales, no cuentan con cobertura médica directa, ni con los beneficios sindicales, etc.

La tercerización no es nueva ni es ilegal. Lo que es nuevo es la “forma jurídica” que encontraron los empresarios para darle forma a lo que pretenden hacer. Y de esta manera, las patronales van logrando correr los sindicatos.

A veces para muestra sobra un botón

Hace poco tiempo quebró una empresa de corsetería muy importante. Antes de que los trabajadores decidieran -como última opción- formar una cooperativa, ya estaban los empresarios textiles ofreciéndoles trabajo y pidiendo que sean cooperativa. Incluso los empresarios se pelean entre ellos a ver quién se queda con la exclusividad de esa mano de obra especializada.

Esta situación no es una mala noticia para estos trabajadores, frente al riesgo de quedarse en la calle sin trabajo.

Pero tratemos de ver un poco más allá de la urgencia:

  • ¿Por qué estas empresas, que tienen grandes niveles de producción, no toman empleados registrados?
  • ¿Por qué no tercerizan en otras empresas del rubro que tengan trabajadores registrados, y de esta manera incentivar la creación de pymes?

La respuesta es ya conocida. Les sale más barato acudir a la “nueva economía popular”.

Los trabajadores de la cooperativa en cuestión, perdieron todos los derechos que tenían hasta hace unos meses. Hoy se encuentran desamparados desde el punto de vista de sus derechos. Los perdieron todos. Y los sindicatos textiles perdieron compañeros. Solo tienen el derecho a trabajar. Este camino es un triunfo de los empresarios. Excluyeron a los gremios de las mesas de decisión. Nos toman el espacio de nuestra propia casa, que es el trabajo. Entonces no solo nos excluyen al movimiento obrero de las listas parlamentarias y de cargos en el Estado; ahora también nos excluyen de lo que constituye nuestro espacio vital.

En esas mesas solo participan el Estado, los empresarios y los trabajadores cooperativizados. Son las mismas patronales con las que negocian nuestros sindicatos. Pero generan una división en la rama, con trabajadores sin derechos. Son los mismos empresarios que buscan no lidiar con el “costo laboral”.

Otro actor que viene creciendo en los últimos tiempos, lo constituyen cientos de ONG y/o asociaciones civiles, cumpliendo un rol de capacitación y haciendo el puente entre el Mercado y los trabajadores de la economía popular

Este sector, que cuenta con la apoyatura financiera y logística del Estado, cumplen el rol de capacitar a trabajadores para que logren acceso al trabajo, como si se tratara solo de capacitar a las personas y no de un sistema que ya no da respuesta al problema del trabajo para todos y todas.

En el último Coloquio de IDEA, una de las mesas de debate nucleó a la dueña de una empresa importante, un referente social de CABA y un intelectual, que exponían sobre el valor de la ayuda de los empresarios y la importancia de la economía social. No es llamativo que los mismos referentes que piden a gritos bajar el costo laboral, pagar menos impuestos y no disimulan su postura antisindical, sean los que promuevan con entusiasmo estas modalidades de la “nueva economía”.

No es un dato menor que algunos de los funcionarios de Desarrollo Social de Nación, en la presidencia anterior, hoy estén a la cabeza de ONGs que prestan plata a las cooperativas y a los “emprendedores”, y hacen puente para trabajar con multinacionales o empresas locales brindando servicios cooperativos. Pero el rol más importante que cumplen es el de promover la cultura del emprendedurismo liberal.

Como frutilla del postre, cierra el debate una señora que cuenta con mucha emoción, la relación y el rol de dos empresas multinacionales con un comedor del conurbano, muchos

El rol de los sindicatos

Uno de los roles histórico de los sindicatos es poner un piso de discusión en la negociación con el sector empresario. Esta tendencia que advertimos, constituye una amenaza para la defensa de los trabajadores. ¿Cómo discuten los cooperativistas los precios y el valor de su trabajo con las empresas para las que trabajan?

Por eso que necesitamos tender puentes claros y solidarios entre los trabajadores registrados y el resto de los trabajadores. Es la auténtica grieta que debemos cerrar, para hacer posible un país más justo.

Y al universo de los trabajadores informales, tenemos que sumar a los monotributistas (privados y estatales), que constituyen un auténtico fraude laboral.

Como en otros temas estratégicos, creemos que la voz profética del Papa Francisco, nos ilumina en este escenario complejo:

“Los sindicatos y movimientos de trabajadores por vocación deben ser expertos en solidaridad. Pero para aportar al desarrollo solidario, les ruego se cuiden de tres tentaciones. La primera, la del individualismo colectivista, es decir, de proteger sólo los intereses de sus representados, ignorando al resto de los pobres, marginados y excluidos del sistema. Se necesita invertir en una solidaridad que trascienda las murallas de sus asociaciones, que proteja los derechos de los trabajadores, pero sobre todo de aquellos cuyos derechos ni siquiera son reconocidos. Sindicato es una palabra bella que proviene del griego dikein (hacer justicia), y syn (juntos). Por favor, hagan justicia juntos, pero en solidaridad con todos los marginados”.

Necesitamos reaccionar y actuar con prontitud. De lo contrario las patronales van a seguir debilitando la organización de los trabajadores. No sirve tirar manotazos al aire. Este es el camino para construir una CGT del siglo XXI. Reconstruir un “nosotros”, las bases de una comunidad organizada que incluya a todos los trabajadores de la patria.

En el último acto en Plaza de Mayo, realizado como corolario de la marcha desde San Cayetano de Liniers, el secretario general de la UTEP, Esteban “Gringo” Castro, hizo hincapié en las ramas de producción dentro de su organización. Esto es importante porque significa un punto en común para la construcción. Las ramas deben encontrarse, conocerse y profundizar las perspectivas de organización y defensa de los derechos de los trabajadores.

Existen numerosas y variadas experiencias reflejadas a nivel internacional en los boletines de la OIT, de trabajo conjunto entre cooperativas y sindicatos.

Caminamos juntos, reconociéndonos, ganamos todos. Sindicatos desarrollando su rol de capacitadores, brindando acompañamiento y asesoramiento administrativo, reforzando la relación con empresas de la misma rama para mantener un piso de derechos básicos, y principalmente evitando el fraude laboral que desarrollan patronales para bajar los costos.

El modelo sindical por rama, admirado por otras centrales sindicales de la región, es una amenaza y una posibilidad. Tenemos la oportunidad de expandirlo y fortalecerlo. Porque en cualquier rama de la producción o servicio, donde conviven empresarios y trabajadores, tienen que estar presentes las organizaciones sindicales.

El riesgo es que las patronales siguen siendo las mismas y los trabajadores nos autodiferenciamos. Y esto solo favorece a quienes buscan debilitarnos.