Una vez más, el Gobierno Nacional, a través de sus decisiones, muestra su falta de respeto por los valores democráticos, los derechos fundamentales y el patrimonio histórico y cultural de la República Argentina.

La intervención policial en el Instituto Juan Domingo Perón, ocurrida el pasado sábado 7 de junio, en la que el dirigente social Juan Grabois y el estudiante universitario Valentín Peralta Ramos fueron ilegalmente detenidos, sin orden judicial que respalde ese acto, desnuda un modus operandi ilegal y antidemocrático que la CGT no está dispuesta a aceptar y mucho menos naturalizar.

El Poder Ejecutivo, a través del Presidente de la Nación y la Ministra de Seguridad, no puede solicitar detenciones a gusto y arbitrariedad. Existe un Poder Judicial que debe hacer respetar el derecho constitucional que asiste a toda persona, siguiendo el debido proceso en esta y en todas sus acciones. Sin embargo, nada de eso ocurrió.

Esta CGT publicó un comunicado el pasado 9 de mayo en el que repudió el cierre del Instituto y el despido de sus trabajadores. Además, solicitó al Estado Nacional que el patrimonio cultural quede bajo custodia de la Confederación General del Trabajo, donde los símbolos que constituyen una parte importante de nuestra historia -sin duda- estarán resguardados por quienes verdaderamente los valoran y están comprometidos con su preservación.

La CGT expresa su más profundo repudio ante el anuncio del gobierno nacional del cierre del Instituto Nacional Juan Domingo Perón, decisión que no constituye una mera cuestión administrativa, sino que es parte de una política sistemática de persecución ideológica y desmantelamiento cultural.

El argumento para justificar el despido o traslado de sus trabajadores afirmando que se trata de “mano de obra ociosa”, es un eslabón más en la campaña de denigración y estigmatización de los trabajadores y del Estado.

Asimismo, no consideramos casual que el anuncio se haga en el mismo día que los trabajadores y el pueblo argentino celebramos un nuevo aniversario del nacimiento de la Abanderada de los Humildes, la compañera Eva Duarte de Perón, nuestra Evita.

Creíamos que los argentinos habíamos aprendido que el odio y el resentimiento habían imposibilitado durante años la consolidación de la comunidad nacional, que sólo es posible en la convivencia y tolerancia de todo ideario y que no estábamos dispuestos a repetir y revivir antinomias. La patria la construimos todos, unitarios y federales; radicales y conservadores; peronistas, socialistas o liberales; Rivadavia y San Martín; Sarmiento y Peñaloza; Mitre y Felipe Varela; Yrigoyen y Perón son expresión imborrable de nuestra historia y nuestra identidad, no se entra al porvenir retrocediendo.

Esto se agrava ante el peligro de que se pierda un invalorable patrimonio histórico como son los libros, documentos, archivos, ensayos e investigaciones que durante largos años fueron enriqueciendo el acervo de la institución y son buscados por historiadores y universidades, de aquí y del mundo, conscientes del valor y la seriedad del trabajo que distintas gestiones y gobiernos de distintas pertenencias ideológicas y partidarias contribuyeron a conformar. Desconocer esto significa pretender construir una historia de acuerdo al sectarismo, la soberbia o el fanatismo de un grupo de iluminados y nos puede regresar a períodos muy tristes de nuestra historia.

Por ello y con el único objetivo de garantizar la preservación de ese capital cultural, dado que la decisión tomada por el Gobierno Nacional es definitiva, solicitamos que se entregue el patrimonio del Instituto Juan Domingo Perón a la CGT.